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Sabanilla

CON EL AMOR DE SIEMPRE

CON EL AMOR DE SIEMPRE

Ulises Espinosa Núñez
Fotos: Yeili Ferrales y Carlos Spech
Montaje artístico: Norge Santiesteban
ulises@enet.cu

Fue así, con el amor de siempre, que nos lanzamos los hombres a preparar el agasajo a nuestras chicas, unas de apenas 17 años, y otros ya en edad de jubilación, pues merecían que el 8 de Marzo todos nos acordáramos de ellas.

Y fue así que, por eso de que soldado brindado muere reventado, asumí junto con Carlos y Norbert, e integramos Comisión con ese peso enorme,  para organizar los festejos de nuestro centro por el Día Internacional de la Mujer, pero para que fuera más liviano,  acordamos todos hacer una cooperativa financiera para adquirir regalos, las golosinas, y se incluyeron al Sindicato y la Administración.

Al colectivo le pedimos aportar un plato criollo de cualquier tipo, y se aportó lo suficiente como para llenar aquella larga y ancha mesa donde pusimos kakes, croquetas, pudines, empanadillas, palitroques, hamburguesas, vinos, ron, dulces de harina, refrescos y qué se yo cuántas cosas más.

Y hubo globos, música que algunos bailaron y hasta hubo una rifa que la administración premió con bolígrafos y productos agrícolas.
Juana, la subdirectora, aportó mucho administrativamente, por ejemplo, preparó el mejor almuerzo, organizó el reconocimiento a Minerva, por ser la que acumula más años de juventud, María Esperanza, con más de 30 años en el centro, y a Dayana, la recién llegada al colectivo.
Esta vez, los vestidos no fueron rutinarios, porque la mayoría dejó uniformes en casa los; las uñas y atractivas pestañas postizas ocuparon sus espacios, otras fueron repintadas, los peinados fueron para la ocasión, pero Aurora con su pulóver rojo y grandes aretes, no quiso ponerse sus gafas oscuras, para no ser la Secretaria a la que aludiría luego el poema que se leyó.
A mí me tocó hacer de locutor y maestro de ceremonia, e inicié todo con el poema mujeres, con versos picantitos, eróticos, que subían los colores a algunas, y se pintaba a otras, pues el poeta recreó distintas sicologías de mujeres que allí, en su interior, estaban festejando su día.
Cada uno de los hombres, después de haber preparado la mesa, tomó en sus manos un grupo de tarjetas con el nombre de las compañeras, las que una por una fueron nombradas y se les llevó el presente y un ramo de gladiolos que ellas recibieron muy agradecidas, porque en sus fueros, nada como una flor.
No todas, pero algunas aceptaron presurosas el trago de vino, otras prefirieron el ron, y las demás, el refresco, y después algunas se levantaron para irse a bailar, hasta que el decursar del tiempo nos fue llevando a casa, aunque con Carlos y su esposa, yo con  la mía, Juana y dos jóvenes más, fuimos a rematar al patio de nuestro centro, hasta que al fin nos fuimos para al Don Pedro, un bar al aire libre, donde refrescamos con cerveza, antes de decirnos adiós.

Al día siguiente los comentarios premiaban con elogios los esfuerzos y resultados de la víspera, y por toda respuesta, los aludidos contestaron con una frase comprometedora:¡el próximo año será mejor!

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