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Sabanilla

Sabanilla

No es una casualidad que esta página lleve ese nombre: así se llama el lugar donde mis antepasados se asentaron hace más de una centuria y nacieron los tíos y primos paternales más cercanos. Es una pequeña barriada rural ubicada al suroeste de Las Arenas, especie de alcaldía a la cual por cuatro caminos llegaban los campesinos de numerosos sitios que la circundaban.

 

Sabanilla fue también un lugar rebelde, desde los tiempos de la guerra contra el colonialismo español, en la que el general Francisco Vega Espinosa, predecesor nuestro, convirtió aquellas praderas en cementerio para los colonialistas, en la épica contienda de los Diez Años, que tuvo en el Mayor General Vicente García al indomable jefe guerrillero, llamado por el enemigo El León de Santa Rita.

 

Vicente llegó a ocupar todos los cargos políticos y militares de la Isla, entre esos Jefe del Ejército Libertador y  Presidente de la República en Armas. Afirman cronistas e historiadores que en ese territorio del que hablo murieron más españoles que en todo el resto del país, entre 1868 y 1878.

 

Era hace más de medio siglo un núcleo de familias muy pobres, algunas con pequeños palmos de tierra donde cosechaban  viandas y  criaban animales, pocos porque era de subsistencia, en medio de montes, sabanas y el memorable Río Las Arenas en cuyas aguas cristalinas nos bañábamos y pescábamos viajacas que iban a la mesa.

 

Por aquellos tiempos la comarca pertenecía al municipio de Las Tunas, que era el cuarto más extenso de Cuba con 4001 kilómetros cuadrados; en la actualidad es del municipio de Majibacoa, ubicado al centro sur de la provincia con un área de 622,2 kilómetros cuadrados, donde viven unos 40 mil 500 habitantes con una densidad de 64,9 personas por kilómetro cuadrado.

 

Allí se dieron enconadas luchas campesinas por romper el cerco del terrateniente Luis Fernández, quien pretendíó dejar incomunicados a los campesinos que necesaría tenían que pasar por sus propiedades  en un ir y venir entre La Posta, San José, San Joaquín, El Maboal, Alto del Estribo y San Vicente.
 

Liderados por Aquiles Espinosa Salgado, mi padre, los lugareños cortaron las cercas una y otra vez, hasta que en pleitos judiciales el camino quedó definitivamente abierto. Allí mis abuelos enfrentaron el robo de sus tierras, pero aquel abuso no se pudo evitar y la familia tuvo que pasar de propietaria a jornaleros, como otros muchos de aquellos lugares que vivian en los caminos.

 

Aquiles fue también el líder político que combatió por sacar del ostracismo a los niños y jóvenes, mujeres y hombres que organizó en asociaciones para hacerlos más fuertes. Hizo construir una moderna escuela que por el abandono político y social de los desgobiernos de la seudorrepública no tuvo maestro hasta que triunfó la revolución cubana el primero de enero de 1959.

 

Precisamente, allí fue que me alfabeticé aquel año a la edad de 11 años, y conmigo decenas de muchachos que nunca habían entrado a una escuela y la revolución construyó una moderna carretera de 77 kilómetros que une a la ciudad de Las Tunas con su hermana Bayamo, en la provincia Granma. Ironías de la vidad.

 

Por demás, Aquiles fue el revolucionario que se inició en las luchas sociales y políticas en los tiempos de la dictadura de Gerardo Machado, en la década del 30, a la edad de 13 años, luego se convirtió en paradigma por la causa de los humildes, hasta que a partir del 10 de marzo de 1952, cuando el general Fulgencio Batista dio un golpe de Estado que frustró todas las aspiraciones de libertad y justicia del pueblo cubano.

 

Fue consecuente como revolucionario hasta que murió asesinado por las fuerzas de la tiranía, en la inolvidable jornada de 1956, cuando 23 combatientes clandestino cayeron masacrados la noche del 25 de diciemebre de ese año, que la historia conoce como Las Pascuas Sangrientes. La escuela de Sabanilla lleva el nombre de Aquiles.

 

De ella salieron niños que luego fueron o son médicos, científicos, profesores, maestros,  periodista, dirigentes políticos, campesinos, de los Comités de Defensa de la Revolución. El barrio fue electrificado hace décadas, tiene servicio telefónico, un consultorio médico, una organización campesina de base, un círculo social y mercados.

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