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Sabanilla

LA BOCHORNOSA REALIDAD DE ESTE MUNDO

 

Por Ulises Espinosa Núñez

ulisesen@enet.cu

 

En las relaciones internacionales ya no hay diplomacia ni ética, y el respeto mutuo que se profesaban las grandes potencias era verde y los carneros se lo comieron, dando por sentado que el veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es puro teatro y que las fuerzas más poderosas de la reacción internacional, simplemente van a estar haciendo lo que se les venga en ganas, y ya deciden sobre la vida y la muerte por encima de cualquier criterio.

 

El mundo se opuso y protestó contra la guerra que se le impuso a Irak, acusado de aliado de Al Qaeda y poseedor de armas de exterminio masivo, y nada impidió que la cohetería yanqui y de sus aliados cayeran sobre ese país, como tampoco que con otro banal argumento Afganistán fuera invadido y ocupado por otra alianza, para quitárselo a los talibanes.

 

El mismo pretexto de Irak fue el que le aplicaron a Libia, para destrozar a ese país del norte africano, y Muanmar al Kadafi no tenía armamento químico,sin embargo, por ello los libios están hoy parcelados en mil pedazos, estigmatizados por rivalidades tribales y de otros intereses geoestratégicos que Estados Unidos lidera con miras a los recursos capitales que tiene el país; Libia ya no es Libia, ahora es un tablero de fichas políticas.

 

Da la gran casualidad que los países que Estados Unidos a depredado han estado conducidos por líderes cuyas posiciones políticas eran incómodas para los gobiernos yanquis del momento, como ahora ocurre con Siria,  donde                    su presidente tendrá que ser derrotado por la gran potencia, porque esa es la voluntad norteamericana, con la argucia de que usó armas químicas contra la población.

 

En fin, es la ley del más fuerte, o de un puñado de locos fundamentalistas del capital, a quienes les importa un comino poner al mundo en el borde de la hecatombe, en el supuesto de que otras potencias más enérgicas que otras veces se decidan a detener la arrogancia imperial que Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Israel, entre otras le plantan a las naciones.

 

Ya no hay leyes internacionales, ni foros colegiados regionales, Asamblea General o Consejo de Seguridad que parezca poder imponer una posición a la coalición imperialista, porque incluso ahora, el Consejo de Seguridad se opone, pero Obama atacará Siria,  y si el Congreso norteamericano dijera por mayoría, que no, la decisión guerrerista se llevaría a cabo, lo mismo que si la Comisión enviada por la ONU a investigar el uso de armas químicas en Siria, dice que no las disparó el gobierno, también habrá agresión, del tipo que sea.

 

Pero lo peor de todo es el miedo a enfrentar a Estados Unidos y sus potencias aliadas, porque si se le opusieran con firmeza y desafío en bloque, ellos tendrían que reconsiderar  su aptitud, pues no son tan fuertes: bastaría con bloqueo global a sus intereses económicos, comerciales y financieros y quebrarían, no hay dudas.

 

Supongamos que el petróleo que Estados Unidos y sus aliados reciben diariamente fuera suspendido por los proveedores,  o que no arriben a los puertos la mercancía que a toda costa necesitan, o que las transacciones financieras que hacen diariamente en sus miles de bancos cesaran y se quede sin liquides: sencillamente no tendrían  respaldo para sostener guerras ni posiciones.

 

Lo mejor que le puede suceder al pueblo norteamericano si se lanza esta nueva guerra, es que se le compliquen las operaciones de cálculos y se expanda la llamarada que habría prendido Obama, y los disparos empiecen a salir desde varios países en varias direcciones, incluso la de Israel y las flotas norteamericanas, y se empantane Estados Unidos en un conflicto que a inflado el presidente mulato, que como Premio Nóbel de la Paz, viene por su segunda guerra.

 

 

 

 

 

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