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Sabanilla

LA EMBLEMÁTICA REALIDAD ESCOLAR DE CUBA

Todos a la escuela.  Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

Por Ulises Espinosa Núñez

ulisesen@enet.cu

 Hace apenas unas horas, andando con mi hijo Ulises, de 17 años, hacia la biblioteca provincial José Martí, de esta ciudad de Las Tunas, en el oriente de Cuba, escuché una frase indignante de un hombre que vive ahora como nunca se lo imaginó: “Tu sabes que este  gobierno no regala nada”, fue la mierda que dijo el individuo, de tercera edad y obeso por demás.

 

Y no voy a hablar, o enumerar, las tantas gratuidades que el pueblo cubano ha disfrutado a lo largo de casi 55 años del triunfo de su Revolución, porque sería estéril pues el mundo sabe que el odio de Estados Unidos hacia Cuba se debe a que nuestro país es un mal ejemplo, debido a que acá los servicios de salud, educación, cultura, seguridad y asistencia social, subsidios y prestaciones en especies son totalmente gratuitas.

 

Incluso los ciudadanos de tercera y cuarta edad, y hasta en las aspiraciones de los 120 años, las atenciones todas de geriatría se hacen gratuitamente, con personal profesional altamente calificado; eso lo saben muchos en el mundo y el gobierno yanqui castiga a Cuba por ese mal ejemplo, en tanto la  bloquea económica, comercial y financieramente, incluso le roba marcas comerciales de prestigio internacional, como la Havana Club.

 

Precisamente en  una de esas conquistas del socialismo cubano me quiero detener, a propósito de que recién se inauguró el nuevo curso escolar y los cubanos, por millones,  gratuitamente han vuelto a las aulas,  o los preescolares viven por primera vez las emociones del bullicio de una escuela de primer grado, uniformaditos todos,  hembras y varones.

 

Esa es la realidad cubana de este más de medio siglo de revolución, sin facciones disputándose el poder político, sin golpismo militar ni legislativo como suelen ocurrir todavía , cuando se dice que la democracia del voto electoral  no asimila ya revoluciones por la vía de las armas,. Sin embargo Egipto, Honduras y Paraguay atestiguan otra cosa.

 

En 1958, unos días antes del triunfo de Fidel Castro Ruz y sus tropas rebeldes, la situación cubana era otra, igualita a la que este domingo 8 de septiembre de 2013 refleja el diario Juventud Rebelde, que en su primera aplana dominical dice: Se llega al Día de la Alfabetización con 67 millones de niños sin asistir a la escuela primaria y 72 millones de adolescentes desvinculados de la secundaria.

 

Eso porque en muchos países no se construyen políticas para el bienestar social, como hacen otros países, no ya Cuba que es un paradigma en  la materia, sino otros que hasta hace poco eran víctimas del desgobierno como Bolivia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, entre otros.

 

Tengo la más triste experiencia, en tanto alegre porque en aquel glorioso Primero de 1959, el del día de la victoria, una semana después yo cumpliría 11 años y no había tomado todavía un lápiz y una libreta para aprender a leer y escribir, sin embargo, meses después, en la misma escuelita de campo que mi papá construyo al lado de mi casa y siempre estuvo vacía por falta de maestro, aprendí las primeras letras de luz y conocimiento.

 

Gracias a eso después fui a la universidad y me licencié en periodismo, en un tránsito absolutamente gratuito, de la misma manera que la habilitación en pases de grados inferiores y la entrega de lápices, libretas y libros; era resultado de la política presentada por Fidel en el Programa del Moncada,  implícito en su alegato La Historia Me Absolverá, cuando se defendió de las acusaciones por aquell acción contra la dictadura de Fulgencio Batista.

 

El hijo que me acompañaba, ahora con 17 años, se hará profesional en la actuación,  en una escuela bella y moderna de la vecina ciudad de Bayamo, de la provincia Granma, como antes accedió al título en la carrera de danza, en la escuela de arte, de Las Tunas, y sin que a nosotros sus padres nos costara un centavo.

 

Esa es la verdad de Cuba, no la de los que blasfeman y despiden veneno resentido contra una obra social integral, que muy pocos países en el mundo pueden mostrar, ni siquiera los más ricos del mundo.

 

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