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Sabanilla

Si Obama sumara la ONU con la Florida

Por Ulises Espinosa Núñez

 

Para desengaño de decenas de millones de excluidos, agrupados en un 99 por ciento frente a Wolt Stret, tal vez Barack Obama necesite de la ayuda de un poco de pistoleros del oeste, para poder imponer su palabra empeñada en sus discursos preelectorales de 2004, y ahora en 2012.

 

Al decir de los comentaristas, contra todo pronóstico, el presidente afro norteamericano fue la segunda tormenta que azotó a Estados Unidos entre fines de octubre y el martes 6 de noviembre, cuando desbarató encuestas, vaticinios a boca de urnas, y sobre todo, las apuestas tendenciosas parcializadas de empate técnico entre el aspirante demócrata y el desorientado republicano Mitt Romney. Por más que se busquen las explicaciones, los analistas de marras, nunca encontrarán la lógica de sus miras estrechas, si Obama sosegadamente desbancó las apuestas republicanas de que el rico blanco triunfaría allí donde votarían los electores pendulares.

 

 Si los vituperantes no encuentran las causas, yo sí creo tener la certeza: en el criterio norteamericano de la democracia, ahora es que ese país parece empezar a democratizarse si por ello entendemos el voto de la mayoría , si nos atenemos a que el ratificado presidente dejó tras de sí a Mitt por 103 votos de distancia.

 

Por allá tan lejos se quedó Romney después que todos los estados dudosos cayeron en la jaba de Obama, y para desconcertar más a los observadores mediáticos y a los partidarios de las altas esferas republicanas, tres días después de los demócratas estar celebrando victoria, se anunciaba que Florida caía también en manos del presidente.

 

Este partió al medio la naranja de la Florida, bastión de los conservadores hasta los días fraudulentos de Busch, pasado a la izquierda frente a lo que nada bueno ofrecen; decía tener la certeza de la causa del porqué Barack triunfó contra todo análisis, y por ello agrego más: Los norteamericanos de abajo e inmigrantes, en particular los afroamericanos, los desposeídos, los que pierden sus casas porque no pueden pagar la renta, los soldados que regresan desequilibrados por tanta barbarie vista y cometida donde desembarcan, los que se quedan sin empleos, los que a medias encuentran donde ganarse la vida, quienes no tienen acceso a la salud, la educación y la igualdad, se han cansado del espíritu reaccionario de sus políticos.

 

No quieren más guerras, pero sí más reinversión del fisco en sus asuntos internos para abrigar a los desamparados; y aunque Barack Obama no es la estrella deslumbrante, sí destaca por un discurso mesurado, racionalmente norteamericano según sus tradiciones, y por eso a los que creyeron ahora como en las anteriores elecciones presidenciales, los halcones ya no pueden contar con las ovejas de las campañas presidenciales anteriores, en lo cual parece anunciarse un siglo XXI diferente para los norteamericanos.

 

También Obama tendría que hacer un enroque táctico y mover las fichas electoreras hacia otro lugar, poner en el centro del tablero político a los ciudadanos y buscar con audacia y creatividad la sonrisa que los mandatarios yanquis le están debiendo todavía a su pueblo, y de paso, tal vez, sumar los 188 votos de la ONU contra el bloqueo a Cuba a los más de 4 millones 235 mil que obtuvo para su reelección en la Florida, a ver si puede hacer algo por los latinos que apuntalaron sus aspiraciones el 6 de noviembre.

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