Cuba alegre, Miami llora
Por Ulises Espinosa Núñez
Cuando temprano en la mañana supe, por la paradigmática Radio Reloj, que el Comandante en Jefe Fidel Castro comparecería en una Mesa Redonda Especial, que diariamente trasmite Cubavisión, a las 6:30 P.M, lo primero que hice en medio de aquella sísmica noticia, fue llamar a mi mamá para que supiera de la buenísima nueva. Menuda sorpresa recibí al contestarme mi hermana Maribel que ya nuestra creadora estaba disfrutando gozoza del anunciado acontecimiento, pues mi hermano menor, Uliades, se lo había comunicado en mensaje celular desde la ciudad venezolana de Barquisimeto, donde cumple misión internacionalista como tecnólogo en Electromedicina
No sé cómo lo supo él estando tan lejos, pero me alegré, pues evidenciaba que los cubanos allá, en el hermano país bolivariano están al tanto de lo que sucede acá en Cuba, mientras ellos llevan a cabo su solidaria tarea; pero todo no queda ahí, pues que a la hora del tema de la Mesa Redonda, ya había llegado el segundo mensaje de Uliades: "Mamí, no te duermas", le decía él a quien cumplirá 80 años las próximas semanas. Lo más bonito es que mi cuñada Odalis Durañona Peña, esposa de Uliades, le había dicho algo similar desde la caribeña ciudad de Monaga, en la que cumple igual encomienda revolucionaria en calidad de licenciada en laboratorio clínico; mi madre, Fela Núñez, es una fanática a Fidel, de la Mesa Redonda y de lo que trasmite Telesur. Como periodista, no tuve que salir a la calle a buscar opiniones sobre lo que se anuncia, pues la noticia traspasaba los patios del vecindario que me rodea, y a la hora de la sintonía, se escuchaba a voz en cuello a Elena mi vecina: " Ya vá a hablar Fidel".
Era la muestra de que el acontecimiento había tomado por sorpresa a los corazones de los cubanos; por su supuesto, la trasmisión que conduce Randy Alonso, fue el único de los programa que se vió en mi barrio, de los cuatro canales de la televisión cubana. Era el segundo impacto de Fidel, pues la prensa nacional informó el día anterior que el Jefe de la Revolución Cubana había hecho una visita de cortesía al Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CENIC), con motivo de cumplirse los 45 años de haber sido fundada por él esa institución; reflejan las gráficas la apoteósis de alegría que desbordó el suceso. Era la primera vez que el lider político más importante del mundo salía de su resinto de convaleciente, desde que enfermó en julio del 2006, cuando el mundo conmocionó por aquella desgracia.
En la misma medida que los cubanos lloramos por la enfermedad ya rebazada del Héroe de la Sierra Maestra, ahora gozamos por su aparición en público fuera de su entorno familiar. Esta vez las primicias gráficas no fueron del hijo político de Fidel, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez,; de la presidenta argentina Cristina Fernández, o de la periodista Estela Calloni: los campanazos noticiosos fueron de las cámaras de los trabajadores del CENIC y de Cubavisión. La noticia televisiva mostró muchas lágrimas de emoción en hombres y mujeres, y en mi garganta un nudo grueso al punto del llanto que tuve que contener, para no perder los detalles.
Goza por esta realidad de que el hombre más odiado y temido por Estados Unidos, y en lo particular en Miami, lloran porque ese hombre legendario, vive, se le ve fuerte y vital, con su proverbial lucidez, reflesivo y visionario que ahora, desde su modesto retiro, pero con su descollante moral, ha sido el único político que tuvo el valor de denunciar los inminentes peligros que corre la nación de Irán, y de que una guerra nuclear se puede desencadenar después del primer disparo naval o terrestre.
Los buenos corazones de todo el mundo han vitoreado estas noticias de Fidel Castro, porque reconocen en él al mayor pensador y político del Siglo XX, no por sus discursos valientes y radicales, sino por su obra liberadora de la última colonia de España y neocolonia ulterior de Estados Unidos, en América; el legendario guerrillero fue quien la cual convirtió en la primera que alcanzó, con las armas en las manos la segunda independencia por la que murió José Martí el 19 de mayo de 1985. No fue una simple guerra de armas contra armas frente a una dictadura proyanqui, sino una Revolución de valores universales referentes por su obra de culto total a la dignidad plena del hombre, que reza hoy en la Constitución Socialista de la República de Cuba.
Pero no eso eso simplemente: Fidel es el arquitecto de una sociedad cuya estructura está intercomunicada por el nexo Estado-Individuo, con una conciencia y un mazo de leyes y complementarias que apuntan la satisfacción de la menor a la mayor necesidad del ciudadano, desde que es detectado a los dos meses de embarazo, hasta que cultural e intelectualmente le proporciona un promedio de 76 años de vida. Y esa obra le jodió el traspatio latinoamericano a Estados Unidos, porque no fue desde la victoria en Playa Girón en el año 1961, sino desde el mismo triunfo insurreccional del primero de enero del 1959, que los pueblos del mundo, y en particular de Latinoamerica, fueron más libres y supieron que por sus propios medios, unidos y resueltos a vencer, pueden alcanzar su plena libertad, independencia nacional y conquistar toda la justicia.
No haremos historia, quiero concluir mi crónica suscribiendo con toda honestidad política y profesional que los cubanos gozamos alegres por la fuerza que nuestro Comandante en Jefe sigue mostrando, y que por lo mismo en Miami lloran los que planificaron más de 630 meses el asesinato de este Jesucristo nuestro de los Siglos XX y XXI, de quien en lo infinito de la historia y las leyendas terrenales que se cuenten en el provenir, él fue un hombre al que los modernos fariséicos y su poderoso imperio no pudieron vencer.
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