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Sabanilla

IMPACTO DESVASTADOR

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Por Ulises Espinosa Núñez

ulisesen@enet.cu

 

 Ya tiraron la primera piedra, y sin  guantes ni caretas, como en béisbol al duro, y a mano limpia, le cogieron el peligroso lanzamiento, y se lo batearon, los rojos de Hugo Chávez, los que sobre el cadáver insepulto de su otro Simón Bolívar, juraron lealtad infinita al Libertador Venezolano del Siglo XXI.

 

La derecha caraqueña, desolada como el espectro de un jinete sin cabeza, que es como se deja ver políticamente, está en su peor momento, porque desorganizada, incoherente, verdaderamente acéfala en Enrique Capriles Radonsky reacciona con tal soberbia e indefensión, no atina, más que a otra cosa, a lanzar golpes realmente desesperados, golpes de ciegos para adivinar una diana.

 

Creyeron los de la fauna  reaccionaria venezolana que la intervención quirúrgica inicial, la segunda, la tercera, y el mismo hecho de tratarse de células cancerígenas, y la ulterior muerte del Comandante Hugo Chávez, les pondrían inesperadamente la presidencia de la República Bolivariana en las manos, cuando la estaban viendo a la distancia de seis años.

 

Para ellos, ingenuamente, esta muerte les supo a gloria en el primer momento, o en sus deseos y cálculos en la convalecencia,  pero la realidad ha sido otra, porque medio mundo oficial, delegaciones, amigos personales y organizaciones No Gubernamentales, se personaron en el país bolivariano a patentizar el dolor y pesares de sus seguidores ante la nefasta pérdida.

 

Es verdad que eso dolió a la derecha, pero lo peor de todo para ellos fue, el desbordamiento en lágrimas del Orinoco y el Amazonas, que vertieron           millones de hombres y mujeres, no solamente de Venezuela,  sino toda Suramérica y El Caribe, que frente al féretro fueron a decirle durante diez días, de la mañana al amanecer, que la lucha sigue por la patria nueva que él les entregó.

 

Es verdad que al pueblo de Barrio Adentro, de las Misiones,  de todas las conquistas de justicia, soberanía e independencia, la muerte de Chávez causó dolor inmenso, pero supieron reacconar sobre los retos y peligros que heredaron frente a la apetencia imperial norteamericana, y ellos pues han dicho que echarán rodilla en tierra pero que salvarán a su país, y que cubrirarán la vacante del Llanero presidente con Nicolás Maduro.-

 

Sin embargo, sin los venezolanos en mayoría perdieron a su máximo líder, la derecha perdió toda opción al poder, pues Chávez, como ocurrió con el Che cuando fue asesinado en La Higuera, se multiplicó en  cientos de miles de hombres y mujeres de a pie, muchos de ellos decepcionados de los vasallos del imperialismo asalariado en Caracas o en Miranda que en situación tan delicada por los funerales de Chávez,  en  vez de callar con ética,  se desparramaron en discursos nada serios y sí muy erráticos, al punto de afirmar eran teatrales las lágrimas de los padres, hijos y hermanos del presidente.

 

Realmente devastadora resultó para sus enemigos la muerte de Chávez, porque su efecto restó fuerzas a la reacción, ante la multitudinaria reacción de dolor del pueblo, como diciendo, en clara advertencia, que no se dejarán las conquistas y las glorias que el Comandante Chávez le enseñó a conquistar, y que con Capriles perderán, no le quepa la menor duda.

 

 

 

 

 

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