Petra cumplió 80 años
Por Ulises Espinosa Núñez
Foto de Uliades Espinosa Núñez
Petra cumplió 80 años, rodeada de una prole larga, como la que puede sobrevenir de sus 10 hijos, todos con hijos y nietos que le han dado tataranietos a esta menuda y recia mujer, ejemplo de luchadora por la vida desde muy joven, cuando unió su existencia a la de Mongo Genaro, lo que no le impidió acompañarlo en las buenas y las malas.
Pero ella tenía la vocación de imitar en la procreación a otras mujeres, pues cuando las veía embarazadas, enseguida le entraban deseos de parir, y fue así que tuvo 11 muchachos de apellidos Peña Velázquez, seis varones y cinco hembras, y aunque la vida le pudo resultar crítica por tantas vocas, Mongo Genaro, siempre supo llenar los estómagos de sus hijos, y si no la ligan fueran ahora muchos más, porque tuvo hijos hasta los 45 años, decía su padre en broma, recuerda Maribel una de ellos.
Mongo fue tan emprendedor, que siempre se preparó temprano para celebrarle los 15 a sus cinco hijas, por si moría tempranamente, pero nada, se lo hizo a todas con una matazón de animales hoy resultan memorables para muchos, y dejó de existir, sin embargo a los 83 años. Y en cuanto a los vinos y rones, de aquellas fiestas nadie salía derecho.
Este cumpleaños fue todo un acontecimiento, no sólo porque festejaba su largo onomástico, sino por ser la primera vez que tuvo a su lado en su d+ía de natalicio a todos sus descendientes, exeptuando dos nietos y un hijo fallecidos hace ya muchos años, y Mongo, hace apenas tres.
Pero el día no fue para recuerdos tristes, sino de alegría, en lo cual pareció no haber sido creada una comisión organizadora, porque fue a pecho y de manera expontánea, aunque convocada, de manera que con todo en las manos de unos y otros, hubo un escollo no previsto, el lugar para el festejo, porque había para ello muchas casas y patios, en el reparto Nuevo Sosa.
Fue Rodny (Bolo), el menor, quien dijo, será en mi casa, unos metros más allá, de donde Petra está rodeada de varios hijos; apareció la musica de Roberto (Ichi), el juego de dominó, los taburetes y sillas, los coches para conversar y darse los tragos, mientras se tendían los adornos, en tanto bajo unos atejes, hijos, nietos, nueras y yernos, por turno, le daban vuelta a la vara en la que se asaba un lechón sobre una fogata.
Bolo, que cuando se da unos tragos no cree en el bulto de sus bolsillos, clamó por botellas de plástico con ron que en Las Tunas le llamamos "pepino", de capacidad para dos litros; y más todavía, como Bolo dedujo que el lechón asado estaría tarde, dio una orden y al momento alguien ya estaba descuerando un carnero.
Hijas y nueras se dispusieron a todos los menesteres en la cocina, mientras unos ponían sus fichas, la vuelta a la vara del cerdo no se detenía y otros se animaron a bailar, y la sala de la casa se preparaban para picar los pasteles y cantarle a la vieja su ¡Felicidades!, el día en que se extrenó varios vestidos.
La nieta Leidis, mi hermano Uliades y yo, nos disputábamos los mejores ángulos para dejar constancia en nuestras cámaras digitales de fotografía y video, al punto de que en mi CD guardé 98 imágenes instantáneas, sin incluir las de Leidis.
De todo hay constancia, hasta de cuando la homenajeada bailó con uno y otro, junto a otras parejas de la familia.
Suscintamente, de esta manera criolla, al estilo de los cubanos, o tal vez de los tuneros, Petra celebró sus 80 años sin que a esta altura de su vida le haya perdido el miedo a la muerte ni a la oscuridad en su habitación a la hora de dormir, por demás, la distingue el sentido práctico de la vida, de la lucha por ella y disfrutarla de manera plena, y es meridiano su concepto claro del hombre y la mujer, del rol en la sociedad y la pareja, principios en los cuales se criaron sus hijos, que ese día la acompañaron con sus familias.
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