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Habló el camarada Máuser

Habló el camarada Máuser

Por Ulises Espinosa Núñez

Ulisesen@enet.cu

 

"Yo siempre, desde pequeño andaba en Birán con las armas. En mi casa había una escopeta semiautomática de esas que llevan en la recámara cuatro cartuchos; si le pones uno en el directo puedes hacer hasta cinco disparos en dos segundos. Había también como tres fusiles de ésos un poco antiguo, pero Que pueden usar balas modernas, les llamaban Máuser. También Dos fusiles Winchester calibre 44, parecidos a los que usó Buffaloo Bill, con varias balas en la recámara". (Fidel Castro Ruz) .

 

Estados Unidos, que frustó la victoria de las armas del Ejército Libertador Cubano sobre el ejército colonialista de España, convirtió a Cuba en una parcela del relajo y corrupción política y administrativa, y nada se salvó de aquellos sueños por los cuales este pueblo había peleado 30 años en la manigua, las ciudades y la emigración.

  

Algunos generales y políticos que habían servido a la causa liberadora de Carlos Manuel Céspedes y José Martí se pusieron tempranamente a las órdenes del imperialismo, traicionando así a la Patria, entre ellos, el primer presidente cubano llamado Don Tomás Estrada Palma, muy conocido y famoso por su pensamiento anexionista, impuesto por el gobierno norteamericano, después que desintegrara el Partido Revolucionario Cubano de José Martí y licenciara al Ejército mambí.

  

No contaré la historia de este país, haré referencia a la necesidad histórica que tuvo Cuba para hacer su segunda guerra necesaria, esta vez la que organizó Fidel Castro a partir del golpe de Estado del general Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952.

  

Entre 1902 y esta última fecha, transcurrió un medio siglo que se caracterizó porque aquellos generales de la manigua se enriquecieron, robaron, mataron, convirtieron al ejército en su servidumbre y sus jefes en mayorales; le vendieron la Isla al capital norteamericano y una suceción de gobiernos oportunistas se olvidaron del pueblo y sembraron la decepción en los cubanos en rebeldía, pero no fueron organizados para hacer nuevamente la revolución.

  

El fraccionamiento sindical en un montón de federaciones, el pensamiento político desdoblado y sion radicalismo, el movimiento estudiantil estaba dividido y la Revolución del 1930 solamente dejó en algunos la idea de que se había cerrado el camino del tradicionalismo, pero ni así, los criollos pudieron ver el radicalismo revolucionario y antimperialista de Antonio Guiteras, paradigmática figura de aquellos días.

 

Despúes vino el desengaño del autenticismo, que amén de la madurez política alcanzada, tampoco surgió la gran figura que capitalizara la situación desmoralizada que caracterizó a los gobiernos auténticos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás, mientras transitaba en esa historia un hombre siniestro que fue el dictador y jefe militar más criminal y corrupto de todos los tiempos: Fulgencio Batista.

 

Cuando ya la vía de las elecciones y los discursos demagógicos no eran más que el hazme reir del pueblo, y resonancia de las trompetillas que las masas le lanzaban a las promesas de los politiqueros, es Raúl Roa García, quien el 10 de julio de 1931, ante los retos que representaban el presidente y dictador Gerardo Machado, expresó en el periódico Línea: "Estamos no sólo viviendo el requebrajamiento objetivo del régimen colonial.

 

"Estamos en presencia, también, de una revuelta de masas contra contra el imperialismo yanqui y su verdugo Machado. Ampliarla, darle su contenido agrario y amtimperialista, transformarla en revolución democrática bajo la dirección del proletariado en alianza con los campesinos y la pequeña burguesía radical, es obligación previa e ineludible de las organizaciones que luchan genuinamente por la liberación nacional y social de Cuba. Por eso, ya sobran la palabra y la pluma. La conciencia popular está madura para el vuelco redentor. Ahora se hace urgente predicar a balazos.La consigna es única y definitiva: ¡Tiene la palabra el camarada Máuser!".

 

Qué planteaba Raúl Roa con tan singular expresión, pues que había que hacer la guerra nuevamente, y en aquellas revueltas que derrumbaba a la dictadura de Machado, había que ponerle fusiles en las manos al pueblo, pero éste no estaba preparado para tal acontecimiento. Las condiciones vinieron a darse cuando para las elecciones de junio de 1952, ante la inminencia de que no ganaría las elecciones frente a los ortodoxos, Fulgencio Batista ascendió al poder con un golpe que no dejó más alternativa que empuñar el Máuser, una convicción que se hizo conciencia nacional, no obstante el juego a la oposición y a la revolución de unos cuantos líderes políticos de unos 13 Partidos.

 

Esto es lo que conduce a la epopeya del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, en las ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, en la antigua provincia cubana de Oriente, hoy multiplicada en cinco, por una nueva división político administrativa aplicada en 1976. Fidel Castro, cuenta de esta manera cómo se organizó aquella legión de libertadores, conocida como la Generación del Centenario, que ya conversaba con el camarada Máuser:

 

"Nosotros entrenamos 1.200 jóvenes.El dato exacto de 1.200 demuestra que al llegar a esa cifra no seguimos reclutando y entrenando futuros combatientes. Habiamos creado un pequeño ejército. Yo hablé con cada uno de ellos, trabajé en eso con bastante asiduidad y muchas horas diarias. Mi argumentación era esencialmente política, había que organizarse y estar preparados, la intención era evidente, aunque nunca se mencionaron planes concretos. La disciplina era esencial. En unos meses había reclutado a los 1.200 hombres que mencioné.

 

¡Cincuenta mil kilómetros recorrí en un auto!, cuyo motor se fundió unos días antes del Moncada. Ya se trataba de hombre de armas, fueran Máuser, escopetas fusiles de calibre reducido, pistolas o revólveres, pero algo habría que hacer, y para ello prepararse. ¿Cómo lo hicieron? En Cien horas con Fidel, de Ignacio Ramonet, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, lo cuenta de esta manera: "Nosotros disfrazamos a algunos de nuestros compañeros de burgueses, de comerciantes, de todo, según su tipo, su estilo y sus habilidades.

 

"Estaban, por ejemplo, inscriptos deliberadamente en clubes de caza y nos invitaban a los clubes a practicar el deporte de tiro con platillo. En realidad, pudimos entrenar de una forma u otra en plena legalidad a 1.200 hombres, aunque sólo una parte previamente seleccionada con entrenamiento de tiro real. Los órganos represivos de Batista no nos prestaban mucha atención, porque sabían que no teníamos ningún centavo…" Al final, la gesta del Moncada la realizaron 120 hombres, con armamento rudimentario, incopetente para enfretar un ejército profesional armado y moderno instalado en la segunda fortaleza militar del país".

 

Militarmente, las acciones fueron una derrota, políticamente una victoria, porque Cuba ya tenía un lider que le había conversado con el al camarada Máuser. ¿Consecuencia? Ochenta combatientes asesinados, unos cuantos sobrevivientes prisioneros políticos, una causa y un juicio con una defensa personal de Fidel conocida por La historia me absolvera, la prisión y el exilio en México. Nuevamente Máuser volvió a tomar la palabra en los entrenamientos, la expidición del Granma, el desembarco, el desastre militar de Alegría de Pío el 5 de diciembre de 1956; quince rebeldes dispersos que se reorientan en grupos hacia la Sierra Maestra y el reencuentro de Cinco Palmas.

Resurge el Ejército Rebelde y al cabo de dos años 25 días son más de tres mil; varios frentes guerrilleros avanzan por todo el país derrotando a los batistianos y el primero de enero de 1959, con apoyo clandestino de la ciudad, derrotan al dictador Fulgencio Batista y a su fuerza de 80 mil soldados. Cuando las tropas norteamericanas intervinieron en la guerra cubano española, al Mayor General Calixto García los yanquis no le permitieron entrar con sus tropas a Santiago de Cuba, pero el primero de enero de 1959, el Jefe del Ejército Rebelde y de la Revolución, Fidel Castro, acuñó en esa ciudad, en el Balcón de la Alcadía, una sentencia definitiva para el futuro:

"¡Al fin hemos llegado a Santiago! Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado. Esta vez no se frustrará la Revolución. Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad a su término: no será como en el 95, que vinieron los americanos y se hicieron dueños del país, intervinieron a última hora y después ni siguiera a Calixto García, quien había luchado durante 30 años, lo dejaron entrar a Santiago de Cuba.

Eso lo expresó el primero de enero de 1959, pero el día 8, en el cuartel de Columbia, que fuera la gran guarida militar de Batista y de sus generales, Fidel subrayó ante el clamor ardoroso de la victoria: "Estamos en un momento decisivo de nuestra historía. La tiranía ha sido derrota. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante todo sea más difícil".

 Y así ha sido, porque en más de medio siglo de Revolución el imperialismo no ha dejado a los cubanos trabajar en paz para la construcción y desarrollo del país, pero el pueblo rersite y está de pie, gracias a la palabra del camarada Máuser, que mucho se ha dejado escuchar en Cuba colgando del hombro de cada hombre y mujer de la Isla de la Libertad.

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