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Sabanilla

NUESTRAS RAZONES DE CUBA

 

 

Por Ulises Espinosa Núñez

ulisesen@enet.cu

 

En cualquier lugar de Cuba se crea rápidamente un conflicto, cuando algún padre o vecino, de no se sabe qué poblado, descubren que un niño no había sido ubicado en una escuela primaria para iniciar el preescolar,  es decir la enseñanza anterior al primer grado, siempre por alguna negligencia docente-administrativa, como hace poco pude constatar en una queja publicada por el periódico Granma, órgano del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

 

Hubo irresponsabilidad, es cierto, porque según el periodista que atendió la queja y la respuesta, así lo expresó en su criterio, y eso dice cuánto pragmatismo y libertad expresa la prensa cubana, sin embargo, lo más importante que hay en el hecho es la verdad de que la atención multilateral al niño cubano hasta su juventud constituye una política estatal subrayada en la Constitución de la República.

 

Haced poco, unos días nada más, el Periódico Juventud Rebelde, de la Unión de Jóvenes Comunistas, reflejaba la excepcionalidad que constituye en Cuba la ocurrencia de una violación, una acto lascivo a un menor, o maltrato físico, porque en ese las leyes revolucionarias cubanas son irremediablemente radicales, porque los niños acá son el tesoro más preciado de la Patria.

 

Y es por los cubanos y el país trabajan para concretar ese principio en una realidad palpable del cual la educación multigrado general integral es un pequeño botón de pruebas, aunque el hecho de que un niño no haya matriculado por irresponsabilidad de alguien genera una batalla de cuestionamiento y sanciones en la que hasta el presidente de la República, o el ministro de Educación, pueden intervenir exigiendo respuestas.

 

Digo pequeño botón de muestra porque la atención al niño cubano se aprecia en la garantía de su vida al nacer sano y fuerte, y para ello está el Programa Materno Infantil que se empieza a concretar en la orientación especializada a la juventud de los actos de prevención de los embarazos indeseados, la protección de enfermedades venéreas, contra el SIDA, entre otros de la promoción de salud por el bien común.

 

Pero cuando una muchacha declara estar encinta hay mismo comienza por los médicos y enfermeras de la comunidad la captación, el arreglo de la documentación, y el seguimiento a todo el proceso prenatal, en el que se registran infinidad de datos de la madre y el padre, herencia patológica y genética,  el pesaje, alimentación, dieta a consumir, y medicamentos a tomar, para evitar causas que pudieran ser irreversibles.

Eso es desde las dos, tres a cuatro semanas, hasta el nacimiento, que debe producirse con garantía de cuna, canastilla,  licencia laboral retribuida para un año de custodio maternal a la criatura, hasta que ella pueda reincorporarse al trabajo, y probabilidades de obtener otras licencias para atender al niño por alguna enfermedad, sin riesgos a perder su trabajo.

El niño en Cuba al nacer ya tiene garantizada una expectativa de vida superior a los 78 años de edad, y  no sólo eso, sino que se inicia el segundo proceso, el postnatal, que es como un reinicio con él, similar al de la madre en el prenatal, esta vez con pesaje a él, medidas biométricas, seguimiento del crecimiento corporal y craneal, las vacunas, hasta que corra, y más tarde la posibilidad de que inicie en el aprendizaje a través de las vías no formales desde los tres o cuatro años, hasta que matricule en el preescolar , y siga luego en los grados ulteriores hasta la universidad.

 Pero ese niños, que sin dudas vestirá uniforme escolar y no tendrá que ir a los basureros a buscarse la vida, tendrá garantías de empleo y de realización cultural o el deporte, todo gratuito en esta Cuba vilipendiada por las que la odian debido a estos malos ejemplos, y esas son nuestras razones por las cuales seguimos resistiendo el  bloqueo  norteamericano, y hacemos reformas revolucionarias para que los niños cubanos no pierdan todos sus derechos.

 

 

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