CLONAR A JOSÉ MARTÍ
Por Ulises Espinosa Núñez
En una reciente Mesa Redonda de Cubavisión Internacional, que condujo la notable periodista Arleen Rodríguez Derivet, se dijo una frase política que me pareció una especie de clamor ansioso porque se produzca la más generalizada difusión y asimilación del pensamiento, la acción revolucionaria y la ejemplaridad moral y ética de José Martí.
Los panelistas eran tres Premio Internacional José Martí, dos de los cuales eran nada menos que el “Nóbel de la Paz” Adolfo Pérez Esquivel, y Atilio Boron, este último el de la sugerente idea de clonar, no genéticamente al Apóstol cubano, sino política, ideológica y latinoamericanista, en aras de la lucha antiimperialista y la conquista de toda la justicia.
La idea, me resultó atractiva porque aunque Atilio sugería la “clonación” en Brasil, Argentina y México, su presencia en Cuba a propósito de la III Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo lo hizo elevar la convicción de que Martí es también ecologista, luchador por la mejor agricultura, promotor del comercio sin fronteras.
Es decir, el hombre inconmensurable en ideas y visión multilateral, y como decían los panelistas, el pensamiento martiano es de tal hondura, diversidad y alcance que no hay tres o cuatro de su época y la actual que llegue a su estatura, y como sugiere mucho a los niños, los jóvenes y generaciones mayores, sugiere que se le “clone” expandiendo su obra por todo el mundo.
Para llegar a tal propósito, baste reflexionar e n que parece que los cubanos de comienzos del Siglo XX y durante toda la centuria, al Héroe de Dos Ríos temprano se le ubicó en el más alto pedestal del tributo, porque aquellos que fueron sus discípulos y soldados de la Guerra Necesaria se apresuraron a organizar sus Obras Completas para publicar inmediatamente.
A los niños en sus hogares, con la literatura oral de los padres y abuelos, y luego en las aulas con los maestros inspirados en el Apóstol, sus ideas se difundieron por todo el Archipiélago, y como si no bastara, en las primeras décadas frente a cada escuela se levantó un pedestal con el busto del Héroe.
Generaciones ulteriores de escritores y poetas, combatientes revolucionarios antiimperialistas y latinoamericanistas como Julio Antonio Mella y Rubén Martines Villena, tomaron de José Martí todo su ideario para refundar a la República frustrada, y cuando Fidel Castro Ruz, se fue a la última batalla cubana por la libertad nacional, tomó el pensamiento martiano para organizar a la Generación del Centenario y con ella arremeter contra los muros del Moncada.
Cuando a Fidel, ya encausado por los acontecimientos del 26 de Julio de1953, se le preguntó quién era el autor intelectual de la rebelión, sin titubear afirmó que José Martí. Para entonces, Martí ya estaba en proceso de “clonación” para el mundo, en lo cual llevamos ya una centuria, y no concluye, porque hace mucho que nuestros niños de primaria y secundaria se integraron en su Organización de Pioneros José Martí, y con él se hacen grandes, estudiándolo en los Cuadernos Martianos.
Clonemos a José Martí en América Latina, ahora que nuestros pueblos se integran, y aprietan como la plata en las raíces de Los Andes.
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