Blogia
Sabanilla

En Cuba, la economía en función de la política

En Cuba, la economía en función de la política

Ulises Espinosa Núñez

ulisesen@enet.cu

 

Los que expresan hoy en Cuba sus criterios sobre cómo mejorar la economía nacional, y en particular los servicios menores de gastronomía y del hogar, muestran dos líneas de contrapunto que indudablemente no son coincidentes, una de ellas por reflejar una especie de angustia y pesimismo, que aconsejan aplicar con extrema urgencia medidas de vuelta de página hacia la propiedad privada capitalista, a tal punto irracional, que olvidan que en Cuba la economía tiene que estar en función de la política.

 

Tal es la premura en algunos, que entre líneas leo algo así como un desespero ideológico, porque la nueva experiencia cubana en el reajuste futuro de su infraestructura haga aflorar tendencias políticas que están ajenas en el espíritu del pueblo cubano y del socialismo, porque nuevos teóricos olvidan cosas y hechos, a los cuales les recuerdo que la Constitución de la República fue reformada un día en cuestiones de horas, para suscribir el carácter irreversible de la Revolución.

 

Aquí no puede haber jugadas ingenuas ni apostar la suerte de este país, porque en este sistema político que defendemos con nuestra economía, esta el povernir no de una buena cafetería, un apetitoso bocadito, el agua fría, el café, el refresco frío sobre un mostrador, puestos con eficiencia y excelencia en el trato, sino la felicidad de todo un pueblo, que bien conoce qué fue en Cuba la propiedad privada, en manos de la burguesía y la oligarquía.

 

Algunos olvidan que nuestra memoria histórica no la derribó el Muro de Berlín ni la desintegración de la Unión Soviética, sino por el contrario, la fortalecimos en grado tal, que en América Latina los propios países del ALBA necesitan de ese presupuesto cubano para construir para sí una nueva sociedad, en la cual la unidad sea la principal divisa, algo muy difícil en el contexto en que se perfila un socialismo de nuevo tipo en el Siglo XXI que ya no podrá ser, por ahora, como el nuestro.

 

Hice refrencia al Muro de Berlín, porque en los países socialistas del Este, existió esa experiencia de la mediana propiedad privada sobre cafeterías y restaurantes, que en otras intidades generaron también una pequeña burguesía que no hizo suyo el socialismo, por ejemplo en Bulgaria, Polonia, Checoeslovaquia, Rumania, y al final allí no hubo defensa del sistema del cual presumían, y no lo pelearon como lo harían los cubanos en cualquier época posterior, si esa desgracia cayera sobre nosotros, a sugerencia de timoratos, ilusos e ineptos economistas que sugieren el suicidio político de esta Isla.

 

Ya Raúl dijo que hay asuntos que son muy complejos y nada debe hacerse de manera irresponsable, porque está en juego el destino y la supervivencia de la Revolución, porque sin esa, como ya él mismo dijo, jamás volveríamos a levantar la espada, claro, después que este país se destruyera en una resistencia que sería interminable en lucha total contra nuestros enemigos y los vendepatrias que siempre habrán.

 

Ha dónde irían a parar los miles de millones de pesos que el comercio, la gastronomía y los servicios recaudan hoy para el presupuesto estatal con destino a la educación, la salud, el deporte, la cultura, y otros beneficios que recibimos gratuitamente como en ningún otro país, que en casi todo el mundo cuestan ojo y medio de la cara.

 

Si algunos no lo saben, los trabajadores por cuenta propia son los que menos aportan al presupuesto, porque su peso en el fisco es apenas del uno por ciento, y así las cosas, las asignaciones del Gobierno no pueden descansar en tal riesgo, cuando la tendencia general es esquivar a la Oficina Tributaria.

 

 Si hasta ahora algunos adminitradores de cafeterías y restaurantes y otros centros del sector se han sentido dueños y señores privados, qué no serian bajo arrendamiento y cooperativización o como sea, si ya para entonces, por la falta del sentido de pertenencia los trabajadores serían los empleados del señor, o tal vez entonces sí desafíen la prepotendia, el oportunismo, la malversación de los administradores, porque le estarían afectando sus bolsillos.

 

Creo que lo primero que tenemos que resolver es de índole política, y no administrativa, y se trata del rol que desempeñan el sindicato y el Núcleo del Partido Comunista en una cafetería o un restaurante, porque hasta ahí lo que se demuestra es que deficiencias, robos, abusos y otras fechorías han sido permitidas por ambas organizaciones, sin imponer la autoridad jurídica y moral que tienen para poner las cosas en su lugar con el respaldo de los trabajadores.

 

 Ya se sabe que en muchos centros, los administradores y directores se imponen sobre todos sus subordinados y actúan por encima del Partido, el Sindicato y los trabajadores, y permiten el deterioro de la calidad en la elaboración de los productos, del buen servicio, de la higiene, porque no actúa la fuerza revolucionaria de que estamos investidos.

 

A esos oportunistas hay que imponerle la dictadura del proletariado, palabra que no ha desaparecido del vocabulario políco de los revolucionarios cubanos, porque los ultraderechistas la señalan como un crimen que viola los derechos humanos, que atropella a la sociedad civil y sus organizaciones sociales. el caso de Cuba, particularmente, la dictadura del proletariado está vigente, porque la lucha política e ideológica enemiga no ha cesado dentro ni afuera, con esa herramienta, le ponemos un muro de contención y los obligamos a obedecer a la voluntad del pueblo.

 

No hay en el mundo un Partido político de más autoridad que el Comunista de Cuba ni un Movimiento Sindical más organizado, bien estructurado, globalizador de la unidad y movilizador que el que dirige la Central Obrera de Cuba (CTC), y si cada unidad de la producción y los servicios está obligada necesariamente a la atención de ambas organizaciones, por qué ocurren esas cosas denigrantes que criticamos y denunciamos en diversas tribunas, y persisten.

 

Creo entonces, que hay que sacudir la mata, y que caigan los frutos podridos que se aferran a la sombra de algunos árboles del favoritismo y la corrupción. Digo esto porque alrededor de una cafetería caminan dirigentes políticos y sindicales de base y buróes, delegados del Poder Popular, dúos del Partido, funcionarios de gastronomía municipal, vicepresidentes de Consejos de Administración a ese nivel, y cada seis meses rendiciones de cuenta de los delegados a los electores.

 

El socialismo de Cuba es uno y muy específico, autóctono, debe ser por tanto leal a la dialéctica marxista, a la manera inteligente y perspicas del cubano, con la sabiduría de nuestro Comandante en Jefe y el timonear seguro del presidente Raúl Castro, porque las sugerencias que se nos hacen para buscar eficiencia administrativa, que es el asunto, no hacen falta gatos por liebre, como si los cubanos fuéramos bobos; el Che hizo la adventencia de que en el imperialismo no se puede confiar ni un tantico así.

 

 Pero para terminar, la visión del problema de que he hablado, ya la dijo Fidel Castro mucho antes de manera más categórica y sentenciosa:"El socialismo hay que construirlo con trabajo político, con organización, con planificación, con eficiencia, porque lo único que se construye mediante mecanismos es el capitalismo.

 

Puede Haber mecanismos que ayuden al socialismo, pero eso no implica que ni por un segundo nos olvidemos de que el socialismo es obra del hombre, de la racionalidad del hombre, de la capacidad del hombre de prever, de planificar y resolver los problemas".

0 comentarios