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Vilma Espín: otra flor autótctona de la Revolución

Vilma Espín: otra flor autótctona de la Revolución

Por Ulises Espinosa Núnez

Sin Revolución socialista no hay igualdad social posible, es un concepto político que la legendaria combatiente revolucionaria Vilma Espín, abrazó desde que se consagró a la lucha por destruir a la dictadura de Fulgencio Batista, que había hecho entrega total de la soberanía nacional a los gobiernos de Estados Unidos, antes y después del golpe de Estado, que el sátrapa propinara el 10 de marzo de 1952.

 

Procedente de una familia de cómoda posición económica, Vilma fue tempranamente una joven estudiantil involucrada en las mejores causas sociales, y según cuenta la historia, estuvo en los más atrevidos proyectos de rebeldía hasta

que sus inquietudes la hacen encontrarse con el insigne Frank País, fundador con ella del Movimiento 26 de Julio, en la antigua provincia de Oriente.

 

Desprovista de prejuicios burgueses, se convierte en la peligrosa Deborah que la tiranía batistiana buscada en Santiago de Cuba, donde nunca la pudieron capturar, hasta que llegó el momento de su partida para la lucha guerrillera en el II Frente Oriental Frank País, que encabezaba el Comandante Raúl Castro, quien desde el 26 de enero de 1959 sería su compañero de la vida y padre de sus cuatro hijos

 

Aquel día no hubo luna de miel, porque Cuba estaba en el más alto fervor patriótico después triunfo rebelde el primero de enero de ese año, y todas las energías y desvelos estaban dispuestos sólo para los efectos políticos de la victoria, y en consecuencia las clases derrotadas, los criminales de guerra, el ejército rendido había que tenerlos a buena distancia y la reacción política estaría maquinando con el imperialismo la forma de evitar el ascenso de Fidel Castro al poder.

 

Sería el jefe guerrillero, el máximo líder de la triunfante de la Revolución Cubana, el hombre que pondría en sus manos la misión histórica de unir a todas las  mujeres cubanas, sin distinción de credo, posición económica, raza o clase social, con la sola condición del apoyo irrestricto a proceso político que se iniciaba.

 

Y así ocurrió: las mujeres cubanas, provenientes muchas de diferentes organizaciones sociales, se agruparon en la Federación en cuyo seno ellas y Vilma elaboraron, defendieron y llevaron a la practica las más añejas aspiraciones de igualdad en las nuevas conquistas en lo laboral, lo político, económico, al punto que como milicianas lograron espacio en las trincheras de la defensa.

 

Con Vilma las mujeres cubanas fueron mucho más allá, por ejemplo, dejó de recibir menor salario respecto al hombre por el mismo desempeño, pero también ascendió a puestos de trabajo antes vedados, a cargos de máxima dirección ante los hombres, se acabó con la prostitución y surgieron cientos de miles de empleos, asientos en la escuelas de superación para que las olvidadas estuvieran presentes en el convite revolucionario.

 

Esta bella e íntegra mujer que consagró su vida a la Revolución, interpretó cabalmente lo que acontecía, y por tanto había que revolucionar a la sociedad y, para empezar, los niños trashumantes fueron sacados de las calles del desamparo y llevados a escuelas, se instituyeron los círculos infantiles para hijos de madres trabajadoras y se organizó las Unión de Pioneros de Cuba, todo con el liderazgo de Vilma Espín.

 

Ella hizo trascender a las ciencias en las investigaciones sociales alrededor de la mujer, la familia, la igualdad de género, la niñez, la juventud, de manera que la célula de la sociedad se reorientara cualitativamente hacia el futuro que estaba al alcance de las manos de todos, y que ya no era una promesa y mucho menos una quimera.

 

Pero Vilma fue también una mujer de Estado con responsabilidades estatales y políticas, como diputada, presidenta de una comisión del Parlamento sobre la atención a la mujer, la niñez y la juventud, y de igual manera como miembro del Comité Central del Partido, al propio tiempo que era la máxima representante internacionalmente de la política de la Revolución en la emancipación de la mujer.

 

Unas cuantas líneas no bastarían para alcanzar la altura de Vilma, pero sirvan como homenaje a ese icono de la Revolución Cubana que en los 80 años de su natalicio el 7 de abril de 1930, mujeres latinoamericanas, el Caribe y del todo el mundo la recordarán por su prominencia moral y ética, su integridad y la fidelidad a las causas más justas del pueblo y la humanidad. Ella es otra flor autóctona de la Revolución.

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